Viernes. Sábado. Domingo
Por las calles veo.
Por las calles veo tanta gente caminar, correr…
al fin es viernes, San Viernes!
Y no es nada más que eso, un día de la semana,
me pongo feliz y a veces triste…
son las cosas de la vida.
Pareciera que recién comienza cuando se nos está despidiendo.
Sábado por la mañana es bello y a la vez oscuro.
Duermo, despierto, sueño, un rico café.
Hace frío aquí, tal vez es el corazón que vive su invierno,
como cualquier otro animal.
Las calles de Santiago atestadas de ese aire espeso y nebuloso,
me ahoga.
Música, tanta música.
Horas, minutos, segundos, los veo pasar, aquí sentada en el umbral de la vida, como un día más.
La noche se enciende en mí,
las luces que hacen de este momento algo alucinante.
Oxígeno de colores en Bellavista.
Afuera hace frío, menos que ayer.
Domingo despierta con música, sí, más música, ahora y para siempre, la que últimamente se ha vuelto mi mejor y más fiel compañera.
Llenando los momentos y espacios de la vida,
con su particular tino, elegancia y delicadeza,
trayendo consigo ese olor particular de los recuerdos, de las historias y el polvo.
Llueve, al fin llueves, Cielito…
la Tregua que me recuerda al viejo poeta.
No siento frío por un momento, pero esas sensaciones nunca tardan en volver, porque no te olvidan y siempre encuentran el camino de regreso...
qué pasó aquí? No lo sé, el ser humano es un ser confuso y complejo, que aún no logro descifrar, espero no hacerlo nunca, para no perder así el encanto de vivir en sociedad, o suciedad?
Música, más música.
Hace frío en Santiago, la gente no te mira al pasar, y el corazón, lentamente, se congela.
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